Una sesión plenamente mahleriana nos introducirá de hoz y coz en el proceloso mundo de la tradición popular de las canciones del Wunderhorn, con sus temas legendarios y sus alusiones costumbristas, que se localizan también en los Lieder eines fahrenden Gesellen (Lieder del caminante), y nos llevará, asimismo, a lo más recóndito de su alucinado lirismo, recogido magistralmente en las lamentosas Canciones de los niños muertos, esos Kindertotenlieder sobre doloridos poemas de Friedrich Rückert. La voz educada y aérea de buen barítono lírico y el arte sutil de Gerhaher, junto con la siempre modélica colaboración de Gerold Huber, son el mejor vehículo.