El mismo conjunto que se encarga de ofrecer la integral de la Selva morale e spirituale, aunque esta vez dirigido por quien fue su fundador, Thomas Hengelbrock, se acercará a la otra gran obra religiosa de Monteverdi, sus Vísperas de 1610, que formaban parte de un gran libro de música, completado con una Misa da cappella, que Monteverdi escribió en Mantua y dedicó al papa Pablo V en un intento por lograr un puesto en su capilla romana. Aquel esfuerzo por mejorar su posición laboral resultó frustrado, pero sus Vísperas han quedado como ejemplo soberbio de la renovación de la tradición musical que, nacida para el teatro, llegaba muy pronto también a las iglesias.