Nueva presencia en Madrid de esta poderosa mezzosoprano rusa (Minsk, 1976), a la que ya hemos visto en escena más de una vez y de la que hemos podido apreciar la reciedumbre de su instrumento dramático, sólido, timbrado, bien asentado. En esta ocasión, desplegará sus buenos medios y su excelente dicción en un repertorio muy afín, como es el centrado en canciones de Glinka y Mussorgski. Del primero, el importante ciclo Prostchanié s Peterbourgom (Despedida de San Petersburgo), muy distinto del tormentoso cuaderno del segundo compositor, Cantos y danzas de la muerte, que habitualmente escuchamos en una voz masculina.