Hay líneas sutiles que traman este programa del gran Ton Koopman, clavecinista genial antes de convertirse como director en un intérprete imprescindible de Bach, Buxtehude o Mozart. Líneas que arrancan de Sweelinck, cuya producción tan en contacto estuvo con la británica (Byrd), pero alentó también la de músicos flamencos (Fiocco) o centroeuropeos, que culminarán en la escuela del norte, de la que Buxtehude y Bach son sus mayores representantes. Como contraste, la tradición francesa, de la que tanto bebió Purcell, y un tiento de Pablo Bruna, para documentar la escuela española de contrapuntistas.