Uno de los más activos conjuntos del joven Barroco español se compromete con el rescate patrimonial, presentando un programa con dos universos paralelos, pero con notables puntos de conexión: el de la cantata profana italiana en el paso del siglo XVII al XVIII, que tuvo en Alessandro Scarlatti a uno de sus máximos exponentes, y su correlato español, la cantada sacra cultivada por maestros como Iribarren. Alguna pieza de naturaleza teatral y obras instrumentales de uno y otro lado completan la propuesta.