“Günter Pichler del Alban Berg Quartet me llamó y me dijo que Thomas Kakuska, el viola, había fallecido. Me quedé de piedra. Enseguida me puse a componer algo en su memoria”. Con tales palabras evoca Rihm el triste recuerdo que le impulsó a escribir Grave. Junto a su “canto fúnebre” sonarán el ambicioso Cuarteto op. 76, nº 1 de Haydn, donde éste amplía la forma sonata, y dos piezas de Beethoven estrechamente relacionadas entre sí que también rompieron moldes en su época. Afincado en Berlín, el Cuarteto Artemis se cuenta hoy en día entre las mejores formaciones del género. Walter Levin, Alfred Brendel, el cuarteto Alban Berg y los Juilliard y Emerson Quartets son sus mentores.