Pastor de nubes
Es en los campos de su pueblo natal, cerca de Sevilla, rodeado de una poderosa naturaleza, donde El Cabrero se recicla. Es allí donde el viento le trae las letras de sus cantes, donde ríos y arroyos corren por su garganta como esa voz excepcional, salvaje, capaz de desencadenar la furia de las pasiones. Es un maestro a la antigua y un gran artista que aporta su sensibilidad arisca a seguiriyas, soleá, tonás, malagueñas o bulerías. Su cante abrupto y sensual puede adquirir acentos trágicos ahí donde otros sólo expresarían tristeza, y también revelar una alegría interior profundamente oculta.