Como nadie antes, el compositor americano John Cage supo integrar el mundo que nos rodea en su música, con todos sus sonidos, sin discriminar ninguno. Cuando en 1940 se le pidió que compusiera en pocos días una música escénica para la bailarina Sybilla Fort, no le quedó otra que inventar el “piano preparado”, algo en sonido semejante a un conjunto de percusión. Las Sonatas e interludios son la obra cumbre del período en el que Cage trabajó con su “nuevo instrumento”, antes de volcarse de pleno en la aleatoriedad. El joven pianista francés Bertrand Chamayou, un experto en la materia, nos conducirá a través de esta extensa obra en el centenario del nacimiento del compositor.